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¿Qué es una doula?

¿Qué es una doula?
Hasta no hace mucho tiempo el parto era un acontecimiento completamente femenino. La parturienta era acompañada por mujeres que ya habían parido, que sabían lo que sucedía en el trabajo de parto y que habían recibido la información de sus antepasadas acerca de qué se debía hacer, qué debía tomar la mujer según fuese el caso, qué posición era mejor para parir y un sinfín de secretos más que se fueron perdiendo. Esas mujeres eran básicamente Doulas. Mujeres que acompañaban a otras mujeres a parir.
La ciencia médica se apoderó del parto convirtiéndolo en un proceso intervenido de principio a fin, en el que la mujer embarazada y su pareja han ido perdiendo casi completamente el poder de decidir cómo quieren recibir a su hijo. «Como el médico sabe más de esas cosas y nosotras no», entonces la institución decide cómo me debo vestir, qué debo hacer, con quién tengo que estar, en qué posición debo parir, así sea incómoda para mí pero es lo mejor para el médico, para que él pueda actuar.
La mujer embarazada ahora es una paciente, como si estuviera enferma, por lo tanto el bebé también es un paciente al que hay que monitorear continuamente. Todo ha ido adquiriendo la connotación de riesgo y peligro entorno al parto y el nacimiento del bebé.
Ha sido una forma progresiva de perder el poder sobre nosotras mismas, nuestros cuerpos,  sobre nuestra capacidad de decisión y por lo tanto, sobre nuestra responsabilidad también. Oímos con frecuencia, “me hicieron cesárea”, “me indujeron el parto”, cuando preguntamos el porqué las razones son muy imprecisas.
Nos dejamos intervenir en muchos casos sin una razón que lo sustente realmente. Entregamos el poder al médico que “sabe más que nosotras”, que además nos asusta con explicaciones que convencen a cualquiera.
No todos los casos ameritan esa continua observación y control. Cada mujer es especial y su embarazo también. No se debería generalizar la atención del parto con las mismas rutinas para todas las mujeres. No somos un número más, ni un caso más para el seguro.
Uno de los elementos humanos desaparecidos de la atención de la parturienta es la doula, es decir, esa mujer que brinda apoyo físico, emocional y psicológico, que está presente acariciando, masajeando, dando palabras de aliento, aconsejando posiciones, la manera de respirar, protegiendo el espacio del parto, y además observando con el ojo de la experiencia y con el conocimiento adquirido si todo se está desenvolviendo normalmente.
Antiguamente la comadrona o partera era la “mujer que tenía como oficio asistir a la que está de parto” y si esta lo juzgaba necesario, se llamaba al médico cuando algo se complicaba.
La gran mayoría de los nacimientos ocurrían en casa bajo la atención de comadronas. Nuestras abuelas, nuestras madres inclusive, hasta nuestros hermanos mayores nacieron en casa. Si bien es cierto que habían casos que ameritaban atención médica, también sabemos que un gran número de veces las cosas marchaban bien y las mujeres tenían a sus bebés con parto natural vaginal.
¿Qué pasó entonces? ¿Por qué hoy en día se hacen tantas cesáreas? ¿En qué momento el miedo se apoderó tanto de nuestras vidas hasta tal punto que perdimos la confianza en nuestro cuerpo? ¿En qué momento y quién decidió que era necesario e indispensable parir en el hospital o en la clínica, con anestesia, acostada, amarradas a las camillas y con pierneras, con episiotomía, solas, sin la presencia de la pareja o alguien familiar? ¿Y además que al bebé hay que colocarlo bajo observación en un retén donde también está solo, acostado en una cajita de plástico transparente, bajo unas luces blancas de neón que no le permiten ni abrir los ojitos, en donde sólo escucha el llanto desesperado de otros infelices recién nacidos?
Los mamíferos, cuando van a tener a sus cachorros, preparan una especie de nido, se aíslan, buscan un lugar bien escondido y cuando tienen a sus cachorros no se separan de estos para nada.
La especie humana ha convertido el nacimiento en un suceso social que no favorece el contacto de la madre con su hijo recién nacido.
Durante el parto la mujer está bastante expuesta en el quirófano. Es un lugar siempre muy frío, atemorizante e impersonal. Lo que le colocan a la mujer es una bata que la deja semi-desnuda.  Este no es el entorno bajo el cual ninguna madre quiere parir ni que sea atendido su bebé.
No es por la presencia de una doula que esta situación va a cambiar. Pero si podría ser mucho más atenuada la situación traumática de la madre y del bebé si en el entorno del nacimiento ocurriesen algunos cambios.
Espacios más acogedores, permitir a la mujer que camine o que tome la posición más cómoda para ella, permitir que su pareja esté presente, que una doula la asista, en fin, crear una atmósfera más afectuosa y relajada.
Respetar el hecho del nacimiento de un ser humano como un hecho sagrado que amerita no sólo la atención tecnológica, claro que sí, pero también crear el entorno especial de silencio, respeto, solemnidad que merece un bebé que va a nacer junto con sus padres. ¿No decimos que el nacimiento es el milagro más hermoso de la creación?
Quienes hemos acompañado a parejas en sus partos, sabemos que ese espacio es completa y absolutamente sagrado, que sentimos la presencia de lo divino en cada uno de estos acontecimientos, que las lágrimas de emoción brotan cada vez que tenemos el privilegio de asistirlos, sin importar que sean partos en el agua, parto vertical, convencional o cesárea, siempre, en el momento que escuchamos el llanto de un bebé nos reconciliamos con la vida, con el inmenso potencial que tenemos los seres humanos de amar, de crear, de creer en el bien que cada uno puede hacer por la humanidad.
Lic. Isabella Polito de Lares

Doula. Terapeuta Corporal.

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