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El mito de Inanna

El mito de Inanna

Inanna (en acadio, Istar), la más importante divinidad femenina del Panteón Mesopotámico, es la figura central de una rica mitología que la une al pastor Dumuzi (Tammuz en la forma hebrea y aramea).

El matrimonio de Inanna

Los elementos fundamentales sobre los que se sostiene la tradición mítica los encontramos en el matrimonio con Dumuzi y en el descenso de la Diosa a los Infiernos. El matrimonio entre el pastor y la diosa, que representa un conflicto entre agricultura y pastoreo, puesto que a Inanna se la disputan el campesino Enkimdu y el pastor Dumuzi, aparece como una solución de compromiso entre el régimen agrícola y el ganadero.

No obstante, el que se convierte en esposo de la diosa es Dumuzi, rey (lugal) de Badtibira o de Uruk e hijo de Enki, y el matrimonio representa la sanción y fundamento mítico de la institución real, que todavía no había adoptado la forma dinástica, pero que estaba determinada y legitimada por la disponibilidad divina.

Inanna desciende a los Infiernos

Desde este punto de vista hay que interpretar también el mito que relata el descenso de Inanna a los Infiernos. Una vez casada con Dumuzi, la diosa decide descender a los Infiernos, el «país sin retorno», para conocer los secretos de su hermana Ereshkigal, señora del mundo subterráneo.

Cuando llega a las puertas del Hades, revestida de sus insignias divinas, el guardián del kur, Neti, no puede admitirla en presencia de Ereshkigal con tales adornos. Mientras la hace pasar, a través de las siete puertas, la va despojando de todas sus joyas, hasta que Inanna queda completamente desnuda y en este estado es conducida ante su hermana.

Ereshkigal desata su ira contra Inanna y, tras haberla insultado y torturado, la convierte en un cadáver, fijando en ella el ojo de la muerte. Inanna es suspendida de un gancho y abandonada así para que se seque. La desaparición de Inanna provoca una crisis cósmica, que hace infecundo al mundo, análoga a la producida por la griega Deméter y la hitita Telipinu.

Las reglas que rigen en los Infiernos no admiten que resida en ellos un ser vivo, porque el que ha recibido los «me»  no regresa de ultratumba; pero al mismo tiempo es indispensable que Inanna, la Diosa de la Fertilidad, regrese a la tierra. Se llega a una solución de compromiso: Inanna podrá volver si alguien la sustituye en el reino de la muerte, y el sustituto que acepta esta «muerte vicaria», a pesar suyo, es Dumuzi, como en la mitología griega Alcestes sustituye a Admeto, con una inversión en el género de los protagonistas.

Sin embargo, Dumuzi tampoco muere definitivamente; gracias a la intervención de su hermana Gestinanna que persuade a la propia Inanna, solo residirá en los Infiernos seis meses al año, y subirá a la tierra los otros seis.

Es evidente que el relato fundamenta el carácter cíclico de las estaciones y se puede relacionar con el ciclo de fertilidad de la tierra. Sin embargo, este tema del Dios que muere y renace no puede desvincularse del modelo de la monarquía sumeria, que también es cíclica y basada en la aceptación por parte de la divinidad. Este principio que subordina el poder real a la voluntad de la divinidad parece interrumpirse cuando Gilgames, tras haber derrotado al monstruo Huwawa, rechaza las ofertas de Istar. Aunque procede de una redacción tardía, el rechazo de Gilgames tal vez haya que relacionarlo con la introducción del principio dinástico, que libera a la monarquía del capricho divino.

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